Portada 3

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lunes, 12 de marzo de 2018

Gente de bien, a carta cabal


Ayer se vivió otra gran jornada en el estadio Central de la Ciudad Universitaria de Madrid donde la selección nacional de rugby, siguiendo la estela del fantástico partido jugado hace unas semanas contra Rumanía, aplastó sin contemplaciones a la selección alemana con un incontestable marcador de 84-10 a favor de los locales. Ni siquiera la amenaza del diluvio universal echó para atrás a los miles de aficionados que abarrotaron el recinto complutense hasta la bandera.

                                                       


Y es que los entendidos más veteranos del rugby patrio, muy pocos, se ven cada vez más acompañados de nuevos aficionados al balón ovalado. Seguramente proceden de otros deportes mayoritarios, donde la pérdida de valores y caída en el negocio puro y duro es la constante. ¿Se lo imaginan? Sí, hablamos del fútbol pero ese tema es harina de otro costal. Lo cierto es que es muy emocionante sumarse al minuto silencio sepulcral en el recuerdo a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004, da gusto escuchar y ver cómo se ovaciona sin excepción al bello himno nacional alemán, cómo se respecta el juego y las decisiones arbitrales, ver cómo se aplaudió al equipo rival, manifiestamente más débil, cuando consiguió llevar el cuero a la zona de marca local.

Lo cierto es que
el Central tiene un encanto especial. Hasta las tradicionales invasiones de campo tienen su aquel. Ayer, mientras los jugadores españoles daban la vuelta al campo en agradecimiento al público, los aficionados les iban formando el tradicional pasillo en el césped. Los miembros de la selección nacional chocaban las manos de los propios hinchas y saludaban a las gradas. Niños y no tan niños aprovechan y se hacen fotos con los protagonistas del encuentro, locales y visitantes; se acercan a los palos a intentar imaginarias transformaciones, en definitiva a llevarse un recuerdo de un gran día. Para darle un toque más espiritual a este coqueto estadio, sólo falta que cuaje el himno oficioso elegido: Feo, fuerte y formal de Loquillo, de cuya letra sacamos el titular de esta entrada. El próximo domingo falta sumar el último triunfo en Bélgica para sellar el pasaporte al Mundial de Japón, lo que sería todo un triunfo.










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