Portada 3

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domingo, 18 de diciembre de 2016

1898 Los últimos de Filipinas


La obsesión por el deber, el temor a ser considerado un traidor, o pasar a la posteridad como quien entregó la última plaza de un imperio del que quedaban las últimas colonias o quién sabe qué fue lo que empujó a resistir en la iglesia de la remota aldea de Baler, en la isla filipina de Luzón, al Teniente Martín Cerezo quien estaba al mando de un destacamento de unos 50 soldados llamados a protagonizar, contra su voluntad, este capítulo de la Historia de España.

                                                            



La película es un relato crudo de la vida que llevaron los 50 soldados y sus mandos sitiados en la iglesia de Baler: miseria, hambre, abandono, lucha sin cuartel contra un enemigo que ya no lo era aunque los sitiados no lo querían ver, una narración, dentro de lo que cabe, anti belicista.

El amplio reparto con el que cuenta la película, el buen guion y ritmo de este texto fílmico son los puntos fuertes donde se apoya 1898 Los últimos de Filipinas. Luis Tosar, Eduard Fernández, Javier Gutiérrez y Álvaro Cervantes dan brillo a la cinta. La historia es contada a buen ritmo, sin que el espectador caiga en la tentación de distraerse. En lo negativo 129 minutos de metraje se antojan demasiados y el punto oscuro del personaje de Javier Gutiérrez pide más maldad. En el cómputo global, queda una buena película que cuenta un capítulo de nuestra historia que debe ser recordado.







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