Portada 3

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jueves, 28 de abril de 2016

The Long Ryders presentan Final Wild Songs en la Sala El Sol de Madrid


A veces la programación anticipada de las giras plantea serios dilemas al aficionado a la música y al fútbol. Resulta que las entradas para el concierto del pasado martes fueron compradas en el mes de febrero, cuando la Copa de Europa se encuentra interrumpida por el general invierno, por tanto todavía estaban pendientes las eliminatorias de octavos y cuartos de final. Efectivamente, las semifinales estaban marcadas en el calendario en el martes y miércoles de esta semana, pero cómo saber si tu equipo estará implicado en la lucha. ¿Qué hacer? Comprar las entradas para el concierto y esperar a que se puedan compaginar ambos eventos. ¿Cuál era más excepcional? Sin duda, ver a los Ryders, ¿quién sabe si volverán otra vez?

Nadie en su sano juicio podría pensar que el concierto empezara con rigurosa puntualidad mientras durara el partido entre el Madrid y el City, así fue al menos con
The Long Ryders. Sin embargo Dan Stuart, guitarra acústica en ristre y al saludo de ¡hola cabrones! al más puro acento mexicano, calentó al personal con un buen puñado de canciones mientras los futboleros consultaban sus teléfonos angustiados por la poca cobertura y por la incertidumbre del resultado. Desempeñar el papel de telonero siempre es difícil, hay que subir al escenario mientras el respetable piensa en el grupo principal o apura una cerveza en buena compañía. Stuart, sin embargo, consiguió meter en cintura a una sala prácticamente llena, a falta de los últimos rezagados.

                                                          

                               Foto: @HuercasaCountry

Eran casi las 23:00 cuando sonaron los primeros acordes de
Run Dusty Run canción que fue seguida de Lights of Downtown para delirio de la, ya sí, repleta Sala El Sol. Siguieron A Stich in Time y Gunslinger Man. Estos primeros temas dejaron de manifiesto dos cosas: primero, era el primer concierto de la gira y se notó que quedaban cosas por pulir; segundo, la intachable actitud de Griffin, McCarthy, Stevens y Sowders suplieron todo esto y ayudados de su inolvidable cancionero llevaron al público a un estado de euforia muy difícil de igualar.

The Long Ryders están presentando Final Wild Songs, el recopilatorio definitivo de toda su discografía. Así pues, el concierto discurrió a través de sus tres álbumes y el EP 10/5/60. Si con You Don't Know What's Right, Years Long Ago y Tell It to the Judge on Sunday los Ryders lograron que la intensidad subiera en El Sol a medida que los allí presentes empezábamos a descontar años de nuestra biografía, con I Want You Bad, I Had A Dream, You Just Can't Ride the Boxcars Anymore y State of Our Union, veteranos -los más- y algún novel levitaban a golpe de puro rock. Brillante ejercicio de nostalgia, por qué no, pero lo cierto es que el tiempo no ha pasado por estos himnos, los riffs de guitarra de McCarthy, la soberana voz y el carisma de Griffin siguen tan vigentes como en los años 80.

Para el bis final,
Dan Stuart subió de nuevo al escenario donde cantó escoltado por The Long Ryders Don't Cry No Tears, de Neil Young. La ejecución de esta versión fue de tal emoción e intensidad que dejó al público preparado para la apoteosis final. Como en el también memorable concierto de diciembre de 2014, The Long Ryders dijeron adiós a Madrid con Looking for Lewis and Clark, acompañados a pleno pulmón por el público a los coros. Justo en ese momento es cuando uno se pregunta qué se siente al tocar como ellos, qué se siente al haber compuesto esta canción, al ver semejante respuesta en un concierto. Santiago Segurola, a través de las charlas con sus lectores, me dio una vez la respuesta: el buen fútbol, como la buena música, va directo al corazón.









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