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viernes, 13 de diciembre de 2013

Las aventuras de un guionista en Hollywood de William Goldman


Tener buenos maestros es lo que tiene. La asignatura que me ha dejado un recuerdo imborrable de mi paso por la universidad fue Narrativa Cinematográfica impartida por el profesor Antonio Sánchez Escalonilla. Los alumnos no nos perdíamos esta clase, su estilo académico riguroso pero a la vez divertido y desenfadado hacía que la materia fuera toda una experiencia. Cuando desgranaba los puntos de giro y los nudos de acción de El Gran Salto, lo hacía con tal pasión e interés que parecía uno de los hermanos Coen. Le recuerdo, además, como un madridista ejemplar. El año que cursé esta asignatura fue el de la 7ª Copa de Europa, comprenderán la alta estima que tengo al maestro Sánchez Escalonilla.

                                                         


Una de las impagables recomendaciones bibliográficas en esta asignatura fue el libro
Las aventuras de un guionista en Hollywood escrito por William Goldman, donde el autor cuenta su experiencia en películas tan emblemáticas como Marathon Man, El carnaval de las águilas, Un puente lejano y principalmente Todos los hombres del presidente y Dos hombres y un destino. También relata cómo funciona el establishment en Hollywood, los agentes, las estrellas, los estudios, las reuniones con todos ellos. La parte didáctica del libro es una perfecta guía para el futuro guionista, las dificultades que se pueden encontrar para llevarlo a cabo: económicas, con los artistas por cómo evolucionan sus personajes. Y todo ello aderezado con jugosas anécdotas: ¿saben cómo se solucionaron las discrepancias entre Paul Newman y George Roy Hill sobre la secuencia de Bledsoe en Dos hombres y un destino? ¿Sabían que Carl Bernstein y su entonces esposa Nora Ephron escribieron un guión paralelo al de Goldman en Todos los hombres del presidente? En el libro encontrarán las respuestas.

La parte final está dedicado a un
ejercicio muy explicativo de cómo es el proceso de creación de una película. Goldman, basado en un relato suyo, hace una breve adaptación del mismo para cine. Una vez hecho, lo envió a los jefes de equipo que hacen posible que un proyecto pase a ser una película: producción, vestuario, montaje, música y por supuesto dirección. En sus respuestas cuentan las virtudes y defectos del guión a la hora de ser llevado a cabo. Todas ellas son interesantísimas y explicativas. Sobresale la reflexión del director al que Goldman envió el guión, George Roy Hill, sobre uno de los personajes de la historia: “la gente que he conocido con mayor integridad artística son, por lo general, los más profesionales y considerados, mientras que por desgracia me he topado con unos cuantos artistas de segunda fila que se comportan como cerdos porque creían que eso les confería automáticamente talento e integridad”. Por mi experiencia profesional en el mundo del cine puedo asegurar que la cita es acertada. Así termina la primera parte, comprendiendo desde el inicio de Goldman en el cine en los años 60 hasta 1.982.

                                                          


La
segunda parte de Las aventuras de un guionista en Hollywood llegó 20 años después. La estructura del nuevo libro es casi idéntica al primero tanto en su parte didáctica como en lo referente a las experiencias vitales y profesionales de Goldman: los años en que el teléfono dejó de sonar considerándose a sí mismo como un apestado en la profesión, la lucha por sacar la escena de los tobillos en Misery, el éxito tardío de La princesa prometida convertida a mito cuando ya no estaba en la cartelera, cómo hizo el guión de Maverick. Quizá la novedad esté en la sección armatrastos, las cosas que hacen que las películas funcionen. Otro ejercicio interesante que plantea Goldman en el libro es cómo saber si una idea que se nos ocurre, un artículo que leemos o una historia que nos cuentan puede ser llegar realmente a convertirse en una película, tanto por motivos artísticos como económicos.

Como dice el mismo título del libro, todo esto
está orientado al cine de Hollywood, seguramente muchas de las cosas que cuenta Goldman no son aplicables al cine europeo, principalmente porque la estructura a la hora de llevar a cabo una película, desgraciadamente para nosotros, no es igual. Les invito a que cuando vean la próxima película producida en EE.UU. se queden a ver los títulos de crédito. Fíjense en cualquier equipo de los que han hecho el film, por ejemplo el sonido: verán una interminable lista de profesionales y su cometido desempeñado. En una producción española serán diez, cinco personas o igual ya en estos tiempos sólo tres. Aun así, la obra de Goldman es muy recomendable. Quédense con la máxima que cita en ella constantemente en referencia al mundo del cine: nadie sabe nada.

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